Todavía recuerdo la llamada de Joaquín Abenza en la que me invitaba a iniciar una serie de entregas para su programa, El último peldaño, sobre bases subterráneas. Me pasó una noticia de El País sobre un remoto lugar de La Mancha como El Doctor. Y es que siempre que hablamos o pensamos en bases subterráneas, o bases secretas, viene a nuestra mente la mítica Área 51 en EE.UU., concretamente en el estado de Nevada. Sin embargo, en esta ocasión nos ocupa España, y concretamente la conocida como base El Doctor, situada en la provincia castellano-manchega de Ciudad Real.
Es interesante comenzar, por aquello de situarnos en la historia, citando un comunicado de prensa de la desaparecida agencia de noticias Cifra, del año 1959:
Ha sido bien visto por los agricultores de esta localidad de Manzanares que un súbdito alemán, Eberhard Kieckebusch, haya pasado a engrosar el censo agricultor de esta villa, al adquirir por la cantidad de 6.500.000 de pesetas una hermosa finca de este término municipal. Esta finca es conocida como El Doctor. Se encuentra ubicada entre las localidades manchegas de Daimiel, Bolaños y Manzanares.
Un espía alemán
El hombre, al que la prensa de la época, y lugareños, identificaban como un alemán metido a agricultor en tierras manchegas, era en realidad uno de los espías nazis más activos en nuestro país. Y es que, pese a ser España un país aparentemente neutral, se prestó para que la Alemania de Hitler ubicara en nuestro país todo su aparataje de espionaje.
De esta manera, y con el tiempo, Eberhard Kieckebusch, llegó a ser conocido por su alias español: Pedro.
Tras la confusión inicial, en la que los lugareños daban al alemán como un nuevo y moderno agricultor, vino el momento de conocer que algo extraño sucedía en la finca: camiones y personal militar, alemanes entrando y saliendo e instalándose en la zona… Los vecinos, acostumbrados a la tranquilidad del ambiente rural, veían que algo extraño se movía en la finca “del alemán”, pronto se dieron cuenta de que algo ajeno a la agricultura convencional que ellos conocían se estaba llevando a cabo allí; sin embargo, y aparentemente, solo un par de pequeños edificios se divisaban en la superficie. El acceso al perímetro fue restringido y protegido celosamente por personal militar.
Y así fue como en 1961, tras la pertinente y secreta adecuación del lugar, comenzó a operar en tierras manchegas el servicio secreto alemán, con el auspicio y beneplácito de las autoridades españolas de la época.
¿Qué hacían allí?
Las especulaciones en este sentido son de todo tipo. Todos los habitantes de la zona han oído hablar de la base y, de alguna manera, todos parecen tener constancia de que sea lo que sea lo que allí hay es de sumo secreto, tanto en el pasado como en el presente.
Con el paso de los años se produjo cierto “relajo” en las personas que han conocido la base, sobre todo los hijos de toda esa generación, y se han podido recabar testimonios con la descripción del interior de la base y su hipotético cometido: Dos niveles subterráneos que recorren gran parte de la finca, unidos por anchos pasillos. Múltiples salas, quirófano, sala de control de comunicaciones, montacargas para vehículos… Algunos de los trabajadores vivían allí mismo y tenían un área con comedor, dormitorios, cocinas, sala de descanso, etc. Las edificaciones exteriores, una por lo menos, eran de vigilancia, sala de espera, guardia de identificación…
El hijo de un alemán que trabajó en la base en el periodo de 1976 a 1981, tiempo en el que fue transferida a los servicios secretos españoles, y al que llamaremos Michael, cuenta que el lugar era utilizado, tras la caída de Hitler, por el servicio secreto de la Alemania Federal (el BND) para escuchar las comunicaciones de Europa a Latinoamérica. Con él tuve la oportunidad de vivir un episodio del más puro estilo de cine negro, casi espionaje.
Encontré su nombre en un foro de Internet en el que afirmaba haber estado, cuando era un niño, en el interior de las instalaciones de El Doctor. Me pareció un interesante hilo del que tirar, y lo hice. Me puse a ello, y aunque en este foro en el que había encontrado la declaración de Michael no figuraba ningún correo ni forma de contacto, sí pude encontrar en una rápida indagación, a través de las redes sociales, al menos tres personas que coincidían en nombre y edad aproximada con el susodicho. Eso para quien dude de que las redes sociales son utilizadas como herramienta de espionaje social.
Finalmente di con Michael, le envíe un correo en el que le planteaba la posibilidad de entrevistarlo en unos días, para mi sección en el programa de Joaquín Abenza. Pasadas unas semanas, en las que pensaba que ya no iba a contestar, esta fue su respuesta literal:
Muy estimado señor Amo,
He leído su mensaje demasiado tarde para poderle de ayudo – pero sí le sirve, para cualquier proyecto en el futuro, estoy dispuesto de encontrarme en persona con usted y dar respuestas a las preguntas que usted puedan tener y ofrecerle unas fotos que mi padre hizo entre los años 1977 y 1981 en la Finca El Doctor.
Sí usted sea interesado yo hasta podría viajar a Madrid para responder a sus preguntas y entregar las fotos.
Como pueden imaginar mi respuesta fue prácticamente inmediata, le ofertaba la posibilidad de vernos en Madrid o, si él prefería, yo mismo viajaría hasta Alemania.
Nuevamente se abrió una brecha temporal de semanas en la comunicación y, superado el tiempo que se había tomado en su primer correo, volví a escribirle para concretar nuestra cita. Tampoco hubo respuesta. Y así, de esa manera, repetí el proceso en varias ocasiones hasta llegar a la conclusión de que, por algún motivo que yo desconocía, se había retractado de las intenciones de su primer y único correo. Así, tuve que publicar un artículo para el periódico eldiario.es sin su testimonio directo ni esas misteriosas fotos que parecían obrar en su poder.
En Octubre de 2014, el periódico El Mundo publicaba un artículo sobre El Doctor con el testimonio de Michael y sus “misteriosas” fotos que resultaron no serlo tanto.
En esa entrevista, que fue la que no quiso concederme a mí, cuenta como su padre, Werner Fuerbass, trabajó allí de 1976 a 1981. «La finca era para escuchas. Mi padre se ocupaba de las líneas telefónicas de Sudamérica. Era una propiedad del Gobierno alemán con conocimiento del español. La seguridad —como ahora— era de la Guardia Civil. En la misma finca tenían habitaciones, según me contó, en el primer piso. Dentro había, además, piscina y bar para que se distrajeran mientras no estaban de guardia. Yo estudiaba en el Colegio Alemán de Madrid. No estaba permitido llevar a la familia. Vestían como civiles. Los llevaban con furgonetas Volkswagen sin señales».
Lo cierto es que los vecinos de la zona cuentan toda clase de historias sobre el lugar, muchos son los que con los años se han visto relacionados directa o indirectamente con la finca. Se habla de cómo los camiones con suministros básicos como comida tenían que aparcar en la puerta de acceso y, desde allí, un chófer alemán conducía el vehículo hasta el interior, para luego devolverlo a su propietario ya descargado sin que este accediera a las instalaciones.
Y ahora… ¿Qué hacen allí?
En la actualidad la finca El Doctor se encuentra bajo la “tutela” del Ministerio de Defensa y el CNI (Centro Nacional de Inteligencia). Si bien es cierto, ambos organismos se muestran totalmente opacos a la hora de arrojar información sobre qué tipo de actuaciones tienen lugar en la finca. Todo parece indicar que podría seguir activa, de hecho su acceso sigue siendo extremadamente restringido. Y la misión: interceptar comunicaciones. ¿De quién?, eso es algo que solo sabrían en el cuartel general de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) y el mencionado CNI, que son los que reciben y tratan esas “comunicaciones interceptadas”. Me pregunto si tendrá algo que ver con el espionaje masivo de las comunicaciones ya, por todos, conocido.
El senador por Ciudad Real, Hilario Caballero Moya, preguntó en julio de 2001 en el Senado por las actividades que se desarrollan en la finca El Doctor. En la petición de este senador se solicitaba la contestación por escrito por parte del órgano correspondiente. ¿La respuesta? Dado que se solicitaba contestación por escrito, y que el reglamento del senado especifica qué preguntas y respuestas deben ser publicadas en su Boletín Oficial, la Mesa de la Cámara adoptó la siguiente decisión tal y como figura en dicho boletín del 16 de julio de 2001:
La Mesa de la Cámara, en su reunión del día de hoy, ha adoptado el acuerdo que se indica respecto al asunto de referencia:
Pregunta con respuesta escrita. 661/006490.
AUTOR: Caballero Moya, Hilario (GPS).
Retirada de su pregunta sobre las actividades que se desarrollan en la finca «El Doctor», propiedad del Ministerio de Defensa y radicada en el término municipal de Manzanares (Ciudad Real).
Acuerdo:
Dar por retirada esta iniciativa a todos los efectos, trasladar al Gobierno, publicar en el BOLETÍN OFICIAL DE LAS CORTES GENERALES y comunicar este acuerdo a su autor.
Palacio del Senado, 16 de julio de 2001. — Manuel Alba Navarro, Letrado Mayor del Senado.
¿Qué fue del espía alemán?
El Sr. Kieckebusch, el alemán que los lugareños y la prensa de 1959 confundieron con un moderno agricultor que se instalaba en la zona, y que después supimos era en realidad un espía nazi con el grado de teniente, siguió viviendo en España, donde murió el 24 de abril de 1992 con el nombre de Pedro Eberhard Kieckebusch Kusserow. Tras la caída de la Alemania de Hitler pasó a formar parte de una lista de “protegidos” por el franquismo y, con la llegada de la democracia, modificó su identidad, adoptando su alias español como nombre Pedro, e incluyendo el apellido de su mujer Kusserow.