Esta pequeña población me ha provocado, desde siempre, una extraña curiosidad. Mi vínculo con ella es curioso, aunque familiar. Mi abuela paterna tenía allí una pequeña y acogedora casa de pueblo, estaba situada en la parte alta. Los Baños de Mula es conocido por sus aguas termales, por sus baños privados en los que uno puede sentirse casi en la antigua Roma. Yo mismo los he podido disfrutar, tanto de niño como de adulto.
La orografía del lugar es curiosa, particular. Su escasa población la convierte en un lugar tranquilo, donde el tiempo parece incluso detenerse. Solo dos pequeños bares, de esos de barra de metal, atienden tanto a los escasos parroquianos como a los asiduos visitantes. Tiempo atrás hubo en funcionamiento un restaurante, “El Merendero”, pero ya es cosa del pasado. Al igual que el quiosco de dos enormes ventanales en el que solía comprar golosinas y todo tipo de artículos de broma.
El escarpado “cañón”, por el que discurre el río Mula casi a punto de secarse, fue en su momento escenario para algunas escenas de películas del genero Western, donde el Séptimo de Caballería hacía de las suyas.
Pero la historia de Los Baños de Mula, y su entorno, se remonta tiempo atrás. Justo al margen izquierdo del río, justo enfrente de Los Baños encontramos el cerro de La Almagra. Sobre su cumbre amesetada se localiza uno de los yacimientos de época tardorromana más importantes de la Región de Murcia. La importancia del yacimiento viene dada por tratarse de la Mula citada en el Pacto de Teodomiro, del año 713, mediante el cual Teodomiro, duque visigodo, acordó con los musulmanes la sumisión de un amplio territorio controlado por siete ciudades, manteniendo ciertas costumbres y privilegios a cambio del pago de un tributo anual en metálico y especie.
La ciudad se emplazaba en una situación estratégica; desde la cumbre del cerro se domina el valle del río Mula, zona cuya explotación agrícola data al menos de época ibérica. Además, junto a la ciudad debió existir un camino secundario o actus que, siguiendo el cauce del río Mula, pondría en comunicación toda esta zona, llena de yacimientos de época romana, con la importantísima vía de comunicación que conectaba el litoral (Carthago Nova) con el interior de la Península (Complutum). Un segundo eje conectaría Mula con otro yacimiento romano de la época, Archena. Por último, un tercer camino sería el que entroncaría con la vía Carthago Nova – ‘Saltigi’ (Chinchilla). A través de esta vía, los habitantes de la comarca podían dirigirse no sólo hasta la Meseta, también hacia la zona de Calasparra, Caravaca y Andalucía Occidental.
El yacimiento fue excavado entre los años 1997 y 2001 por la Universidad de Murcia. Los trabajos arqueológicos, dirigidos por el profesor D. Rafael González Fernández, experto que en declaraciones publicadas en el periódico La Verdad, en septiembre 2010, decía: «Buena parte de los materiales del Teatro Romano vinieron de La Almagra», comenta al hablar de la enorme ciudad romana que pobló 60.000 metros cuadrados del cerro de La Almagra. «Estuve excavando desde 1996 a 2001, pero es terreno privado y el propietario nos lo prohibió. Era una ciudad mucho más grande que Begastri. Hoy, el expolio es frecuente y la vegetación oculta casi cualquier resto, pero, según Rafael González, bajo los metros de tierra aguarda una ciudad romana que hoy apenas se intuye, con 700 metros de muralla y paños de hasta 5 metros de altura».
Qué duda cabe, que los Baños de Mula es un lugar privilegiado enclavado en el centro de la Región de Murcia. Un rincón tranquilo, acogedor, cargado de historia y misticismo en torno a sus aguas termales. Durante el siglo XIX los Baños de Mula adquirieron mucha y buena fama en Murcia y provincias limítrofes, siendo visitados por numerosas personalidades de la política y alta sociedad, y público en general. El continuo aumento de visitantes a los Baños de Mula, sobre todo de la capital, obligó en 1881 al servicio de posta a poner coche diario Murcia-Baños. Incluso en octubre de 1897 se inaugura un modesto casino donde se reunía lo más granado de la sociedad bañista.
En la primera mitad del siglo XX los Baños de Mula iban viento en popa. El flujo de visitantes no cesaba. Se celebraban fiestas en octubre y en los años veinte se instalaría un cine de verano. Sin embargo, en la segunda mitad de este siglo comenzaría la decadencia. El cine de verano cierra sus puertas a principios de los cincuenta; en 1971 RENFE clausura la línea de ferrocarril Murcia-Mula-Caravaca, esto y otras circunstancias hacen descender el número de bañistas.
En la actualidad, ya en pleno siglo XXI, los Baños de Mula languidecen. No son lo que fueron, su medio centenar de habitantes aguanta estoicamente, se resisten a dejar morir tan mágico enclave. Yo los admiro, los apoyo. Es un lugar especial, árido, encantador, místico…